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La feminización del consumo de ropa: ¿por qué la presión estética sigue cayendo sobre nosotras?

Más allá de los estereotipos de moda, ¿cómo el sistema estético refuerza mandatos de género y por qué seguimos siendo nosotras las más interpeladas por la apariencia?


Desde temprana edad, a las mujeres se nos enseña a vernos. A observarnos. A corregirnos. A proyectar. Mientras tanto, muchos varones crecen sin que se espere de ellos más que funcionalidad, éxito o inteligencia. Nosotras, en cambio, cargamos con un mandato mucho más silencioso y persistente: agradar.


Y ese mandato encuentra en la ropa uno de sus vehículos más eficaces.


No se trata solo de moda. Se trata de estética, de control, de domesticación simbólica. De cómo lo visual se vuelve una forma de disciplinar cuerpos, identidades y deseos.


"El cuerpo femenino se convierte en un espacio de vigilancia constante, una construcción cultural mantenida a través de prácticas disciplinarias cotidianas."

Susan Bordo, Unbearable Weight



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La moda como territorio feminizante.


Durante décadas, la moda fue un terreno eminentemente femenino, tanto en consumo como en estereotipos. A pesar de que la industria esté dominada por varones en sus cúpulas creativas o empresariales, la imagen de la consumidora típica es siempre una mujer.


"Cuanto más poder adquieren las mujeres en otros ámbitos, más se intensifica la presión sobre su apariencia física como una forma de control social."

Naomi Wolf, El mito de la belleza.


En otras palabras: cuanto más avanzamos, más se nos exige que estemos "presentables". Que nuestra imagen sea el reflejo de nuestro mérito. Que el cuerpo sea carta de presentación y, a veces, castigo. La moda, en este sentido, funciona como un espejo que devuelve no solo cómo nos vemos, sino cómo deberíamos ser. Una forma de traducción simbólica entre la expectativa social y nuestra identidad.



El consumo como construcción de identidad


En la era del capitalismo emocional, donde el consumo es una vía para construir identidad, la moda aparece como un lenguaje privilegiado para las mujeres. Pero también como una trampa: ¿realmente elegimos lo que usamos o respondemos a una expectativa internalizada?


"La moda se convirtió en un medio para ejercer una libertad individual... pero es también una forma de sumisión a la norma cambiante."

Gilles Lipovetsky, El imperio de lo efímero.


Lo que debería liberarnos, muchas veces nos encierra. Porque si bien hoy tenemos más opciones que nunca, también hay más formas de sentir que no estamos a la altura. El ideal se vuelve móvil, escurridizo, inalcanzable. Y el acto de vestir se transforma en una constante prueba de valor.


Esa tensión está en el corazón de Moda con Propósito: acompañar procesos de autenticidad sin negar el contexto estructural en el que vestimos. No se trata de juzgar nuestras elecciones, sino de interrogarlas. De preguntarnos si esa compra nos representa o si solo responde al miedo de no encajar.



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¿Y los varones?


La presión estética comienza a extenderse hacia ellos también. Pero lo hace desde un lugar distinto: como novedad, no como norma. Como posibilidad, no como obligación.


Los estándares de belleza masculina existen, pero no definen su valor social de la misma manera. La apariencia sigue sin ser el eje central desde el cual son leídos o validados. Mientras nosotras nos preguntamos si nos van a tomar en serio "vestidas así", ellos rara vez enfrentan esa disyuntiva.



Entonces, ¿qué hacemos?


Nombrar esta feminización del consumo no implica renunciar a disfrutar de la ropa, sino comprender qué fuerzas nos atraviesan cuando elegimos, cuando compramos, cuando miramos nuestro reflejo. No se trata de dejar de vestirnos con amor, sino de vestirnos con conciencia. De encontrar un punto medio entre el goce estético y la crítica cultural.


En Moda con Propósito, creemos que el cambio empieza cuando podemos ver(nos) desde otro lugar. Cuando entendemos que vestirnos también puede ser un acto de autonomía. Que la moda no es solo lo que se ve, sino todo lo que implica. Todo lo que nos han dicho que deberíamos ser. Todo lo que elegimos dejar atrás.


Bibliografía / Fuentes citadas:

  • Bordo, Susan (1993). Unbearable Weight: Feminism, Western Culture, and the Body. University of California Press.

  • Wolf, Naomi (1990). The Beauty Myth: How Images of Beauty Are Used Against Women. HarperCollins.

  • Lipovetsky, Gilles (1987). El imperio de lo efímero. Editorial Anagrama.

Imágenes:

  • Adam Katz Sinding


 
 
 

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