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Vestir la identidad: ¿existe una estética “argentina”?

Del poncho al jean gastado: ¿hay un estilo que nos defina como país? Una exploración histórica y cultural sobre la moda argentina y su búsqueda de identidad.


¿Qué imagen te viene a la cabeza si pensás en una estética argentina?


Un poncho salteño al viento.

Una campera de cuero en una esquina porteña.

Un jean gastado y unas Topper de lona.

Una remera blanca con el sol del 25 de mayo bordado.

Una vincha del Bailando. Un jogging del conurbano. Un pañuelo verde. Un piluso de la movida villera. Un blazer vintage heredado de la abuela.


Todas pueden ser, y a la vez ninguna. Porque si algo tiene la identidad argentina es que no es una. Es muchas, contradictorias, fragmentadas. Y lo mismo pasa con su vestuario.


Haeder House
Haeder House

La ropa como relato nacional


Roland Barthes decía que la moda es “un sistema de signos”: un lenguaje visual que comunica más allá de las palabras. Vestirse, entonces, también puede leerse como una forma de escribir el cuerpo en la historia.


¿Pero cuál es esa historia?

¿Qué símbolos, colores o materiales narran lo argentino?


Durante décadas, la imagen del gaucho fue vendida como ícono nacional. Desde el Martín Fierro hasta las campañas de YPF, el poncho, la bota de potro y el sombrero de ala ancha funcionaron como estereotipo fundante. Pero ese gaucho —hombre, blanco, rural— poco tenía que ver con las mayorías urbanas, mestizas y populares que habitan el país hoy.


Martín Kohan señala en Los cautivos que gran parte de la identidad nacional se construyó a través de relatos inventados, ficciones funcionales al poder. La moda no fue la excepción: también fue parte de esa invención.


¿Nos vestimos como hablamos?


Mientras el acento porteño es rápidamente identificable (y hasta caricaturizable), la estética visual argentina es mucho más difusa. ¿Cómo reconocemos a una persona argentina sin que hable?


La globalización visual hace que los outfits se parezcan en Buenos Aires, Madrid o Santiago. Las redes sociales unifican modas, cuerpos y referencias. TikTok marca las microtendencias. Zara las reproduce. Y la idea de una moda nacional empieza a diluirse.


Pero aún en esa marea global, hay gestos que resisten: una mezcla, una insolencia, un modo de combinar sin pedir permiso.


Esa “argentinidad vestida” no siempre se reconoce en grandes marcas, sino en el collage callejero. En la mezcla de épocas, de estéticas, de géneros. En la inventiva para resolver con poco. En la irreverencia del que se pone lo que quiere aunque no sea “tendencia”.


Esquina Esquina en colaboración con el maestro soguero tandilense Jeronimo Coll, premiado internacionalmente por su labor en la sogueria criolla.
Esquina Esquina en colaboración con el maestro soguero tandilense Jeronimo Coll, premiado internacionalmente por su labor en la sogueria criolla.


El mapa desigual de lo argentino


No hay una sola estética argentina porque no hay una sola Argentina. Lo que se viste en Recoleta no es lo mismo que en La Plata ni en Lanús. Lo que se exhibe en pasarelas no es lo que se ve en la plaza del barrio. El problema es que cierta estética —urbana, blanca, del centro— se impone como norma, dejando al resto como “folklórico”, “típico” o “exótico”.


¿Lo gauchesco es símbolo nacional o disfraz para feriados patrios?

¿Lo villero es moda o estigma?

¿Lo andino es cultura o souvenir?


Como advierte María Laura Rosa en sus estudios sobre arte e identidad, hay una tensión constante entre representación y apropiación. Entre celebrar lo diverso y romantizarlo. Entre integrar y decorar.



Vestirse también es político


La elección de qué ponernos no es solo estética: es también emocional, económica, simbólica. Y muchas veces, profundamente política.


Vestir una campera del Ejército de Salvación, un buzo del Mercado Central o un vestido de diseñadora emergente no es lo mismo, aunque todas sean elecciones válidas. Cada prenda cuenta algo del país que habitamos. De la historia que heredamos. Y de los vínculos que tejemos con el pasado.


La ropa no solo abriga: también es memoria, identidad y resistencia.


Isadora
Isadora

Entonces, ¿hay una estética argentina?


No hay una respuesta cerrada. Pero hay una búsqueda.


Una que no se agota en los símbolos patrios ni en la nostalgia de lo criollo, sino que incorpora lo nuevo, lo mestizo, lo popular. Una estética en movimiento, en mezcla constante. Más collage que manual. Más remix que bandera.


Y tal vez ahí esté la clave: en permitirnos habitar esa identidad mutante.

En entender que vestir lo argentino no es disfrazarse de patria,

sino atreverse a ser parte de una historia que se sigue escribiendo.


Bibliografía / Fuentes citadas:

  • Barthes, Roland (1967). El sistema de la moda.

  • Kohan, Martín (2010). Los cautivos.

  • Rosa, María Laura (2012). Contra el canon. Arte contemporáneo en la Argentina.


Imágenes:

  • Haeder House

  • Esquina Esquina

  • Isadora


 
 
 

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